miércoles, 11 de julio de 2012

Revelación

Lo que deseo decir ahora es muy difícil de decir. Estuve leyendo y viendo mucho, y deduzco que hay por lo menos dos clases de personas:
- Los que carecen de espiritualidad, de certezas, de convicciones. Dentro de este grupo incluyo
a los que proclaman orgullosos no tenerlas o carecer de ellas, tanto como a los que fingen tenerlas.
- Y los que sí tienen principios, humildad, respeto, cuidado, reverencias...y no a los que sólo lo fingen (que de hecho pertenecen al otro grupo).

Ni la raza ni la cultura son determinantes de esto; parece que a esta altura de los sucesos esto se debe nada más que a una elección individual (lo admito, a pesar de detestar el individualismo).
Digamos, en otros términos, que algunos eligen tener "alma" y otros no; algunos eligen tener vergüenza de sí mismos, y otros no.
No depende de las circunstancias de vida, de las dificultades padecidas, de las enseñanzas recibidas; tal vez depende del nivel de sensibilidad de cada uno, no lo se.
Los que carecen de espiritualidad, de respeto, de medida, los puramente materiales, han avanzado como una avalancha, destruyendo las flores y la hierba, que son frágiles. Los puramente materiales destruyeron la tranquilidad y la armonía del planeta.
Fueron ellos los que nos llenaron de preocupaciones y temores a todos, ya que viven en permanente acecho para robar, saquear, abusar y matar, a un árbol, a un animalito, a un humano, a una montaña, a un río, al suelo, al aire, al mar.
Hace falta el fuego, sí; pero no hace falta la electricidad. Hace falta conocer el tiempo y el devenir de las estaciones, sí, pero no hace falta el reloj.
Hace falta conversar, y narrar, y recordar, pero no hace falta llenarse la cabeza con cuestiones extrañas y ajenas.
Hacen falta los adornos identitarios para que la naturaleza y los hermanos nos distingan, pero no hacen falta los avalorios que nos diferencian.
Hace falta saber, entender y sentir que el Universo es demasiado inmenso como para que podamos hacer verdaderamente algo que nos distinga (ni torres, ni pirámides, ni templos).

Marta Balbi

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