Nuestras naciones de América no tuvieron esa oportunidad.
Desde hace 500 años hemos sido víctimas permanentes del atropello y la
colonización.
Nuestras poblaciones han sido arrancadas de sus territorios,
inculcadas en falsas concepciones culturales, humilladas, explotadas y
asesinadas.
Ellos han hecho algún esfuerzo por sostener sus identidades
y sus principios, pero la embestida fue gigante.
Ahora un Instituto medidor los cuenta, usando criterios sui géneris, como “pobres”. Otras mediciones anteriores ni siquiera los
registraban.
El hecho de percibirlos ahora como “pobres” los visibiliza;
parece que ese es un indicio de inclusión, pero históricamente ellos no quieren
ser incluidos dentro de la sociedad colonizadora.
Se dice que piden ‘dinero’, pero hay que saber que la
sociedad colonizadora fue la que destruyó los árboles de pan para que
esclavizarlos y que no tuvieran otra forma de proveerse, también contaminó los
ríos, diezmó los montes y las selvas que los alimentaba y maldijo como
‘paganos’ a sus Reverencias Superiores.
Para peor de todos los horrores, los colonizadores
encontraron la manera de usarlos políticamente, entonces los llevan frente a
sus autoridades a que se manifiesten, para capitalizarlos como rédito político,
y sus autoridades, que tampoco entienden nada, les terminan dando lo que ellos
no están pidiendo.
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